El mundo de Odiseo II Parte

El Hogar, el parentesco y la comunidad[1]

La coexistencia de tres grupos distintos, aunque entremezclados: clase, parentesco y oíkos, era lo que definía la vida del hombre, material y psicológicamente. (…) Y además había en el cuadro un cuarto grupo. Una vez que Atenea había puesto un poco de firmeza en Telémaco, éste, también por sugestión de la diosa, convocó a una asamblea a los ciudadanos de Itaca. El primer orador, un noble anciano llamado Egipcio, preguntó quién había convocado a la reunión y con qué objeto. (…) Los pretendientes[2] eran asunto totalmente privado de Telémaco. Pero el anciano Egipcio pensó que la reunión había sido convocada para tratar un asunto público, y la mera existencia de esa noción es significativa.
La asamblea (ágora)[3] era desconocida entre los cíclopes; éste era el segundo dato aducido por Odiseo como signo del estado totalmente incivilizado de aquéllos (…) Una asamblea no es una simple institución. Como condición previa requiere una comunidad fija, estable, constituida por varias casas solariegas y grupos de familias; en otras palabras, la imposición de alguna superestructura territorial sobre el parentesco. (…)En esta estructura social nueva y más complicada, un asunto privado era el que permanecía dentro de la autoridad única del oikos o grupo de parentesco; un asunto público era aquel en que la decisión era tomada por los jefes de todos los grupos separados después de reunirse en consejo. (…)
Tenemos que suponer que la destrucción casi universal en el Mediterráneo oriental en el periodo de 1200 a 1100 a. c., ya fuese causada por la invasión dórica de la tradición o por alguna otra fuerza, derribó en gran parte la estructura política existente y la reemplazó por el principio independiente de parentesco. (…) La asamblea solía convocarse por el rey cuando a éste le parecía bien, sin notificación previa. Cuando los hombres estaban fuera, en campaña, podía convocarse una asamblea en el campamento para tratar cuestiones pertinentes a la guerra. (…)
La hora acostumbrada para la reunión era el amanecer. (…)El único punto en el programa era el asunto que el convocante quería discutir. Si alguien quería tomar la palabra se levantaba a hacerlo, y mientras hablaba sostenía el cetro que el representante había puesto en su mano (este bastón le daba el “poder” al orador, y su capacidad de expresarse en la asamblea)  (…). La costumbre daba al más anciano la primera oportunidad de ocupar el estrado. Cuando no había más oradores, la reunión se disolvía. La asamblea no votaba ni decidía. Su función era doble: presentar los argumentos en pro y en contra y mostrar al rey o al comandante del campo cuál era el sentimiento general. El único medio de opinar era la aclamación, a menudo en formas menos ordenadas, como el griterío contra una presentación impopular. (…)
De esta suerte, la asamblea homérica servía a los reyes como prueba de la opinión pública de igual modo que el consejo de ancianos revelaba el sentimiento en los nobles. (…)
Si el rey ante la asamblea podía prescindir de la opinión de ésta, por clara y unánime que fuese, es igualmente cierto que el mundo griego se las arregló tan bien como siempre sin reyes durante años. Esto era posible a causa de la superposición de una comunidad, de la unidad territorial bajo el rey, sobre aquel sistema de casas y grupos de parentesco que simplemente debilitaba la posición dominante de este sistema. La actividad principal de la comunidad era la guerra, en particular la defensiva, mientras que los trámites usuales de paz, la obtención de los medios de vida, el trato social, la administración de justicia, las relaciones con los dioses, e incluso las relaciones no belicosas con el mundo exterior eran en su mayor parte efectuadas, como antes se ha dicho, por los canales entrecruzados del oikos, el parentesco y la clase.



[1] Finley, M., “El Hogar, el parentesco y la comunidad”, en El mundo de Odiseo, México, FCE, 1995.
[2] Hace referencia a los pretendientes de Penélope (madre de Telémaco).
[3]"Asamblea" es el significado original de ágora, tanto del lugar de reunión como de la reunión misma. El significado de plaza de mercado, con la que se asocia más comúnmente en la mente moderna, es muy posterior. En Homero no hay huella alguna de ese significado.

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